14 Oct Interview with Constantino Gotsis, President, Asociación de bancos privados de Uruguay
¿Cuáles considera que son las principales tendencias globales que impactan el sistema bancario de Uruguay?
En primer lugar, son varias. La transformación digital, que ha llevado a la hiperpersonalización de la experiencia del cliente, complementada con la inteligencia artificial y el análisis de datos, permite anticipar las necesidades de los clientes. Junto con la transformación digital, vienen varias otras tendencias, como los sistemas de pagos digitales, en combinación con las fintechs.
También podría mencionar el tema del cibercrimen, que viene de la mano con la expansión de estas tecnologías. Esta es la parte negativa de la transformación digital: el aumento del cibercrimen en el sistema financiero bancario, que nos obliga a tomar medidas para prevenir y mitigar el fraude, los ciberataques, el phishing, malware o cualquiera de estas modalidades. Es una preocupación que viene con la transformación digital: bajo el delito físico, ha aumentado el delito digital.
¿Qué datos económicos generales reflejan la salud y el dinamismo actual del sector bancario de Uruguay?
El año 2024 fue un año récord en ganancias del sistema financiero, combinado con una morosidad muy baja. La rentabilidad del sistema financiero fue de 1,6 mil millones de dólares, con un retorno sobre capital cercano al 30% y una morosidad de apenas 1,4%. Podría decir que es un entorno favorable para los bancos, porque la tasa de interés ha sido alta después de la pospandemia, como parte del esfuerzo por moderar la inflación que quedó tras la gran emisión que se tuvo que hacer para ayudar a todos. Esto permitió restringir los dólares y pesos y mantener una tasa de interés alta para controlar la inflación.
Los bancos se han beneficiado de esto; no creemos que sea permanente, ya que las tasas empezaron a bajar el último año, y los bancos han compensado con un mayor volumen de negocios.
Por otro lado, también quiero mencionar y destacar que el sistema financiero de Uruguay es resiliente a shocks externos. Hace 25 años, Uruguay era muy vulnerable a cuestiones externas, ya fueran locales o globales. En este momento, el sistema financiero es muy sano, está bien capitalizado, y todas las pruebas de estrés que se han realizado las ha superado.
¿Qué papel juega la innovación tecnológica y la digitalización en la estrategia de los bancos uruguayos?
La digitalización es un continuo progreso de la humanidad y del sistema bancario. Yo entré a trabajar en los bancos hace cerca de 40 años y no viví en ese momento el cambio de los ATM porque ya existían, pero sí estuve presente en cómo Internet cambió todo, así como la transformación digital, el uso de celulares, las cosas online, y ahora un nuevo cambio muy grande: la inteligencia artificial. Todavía no conocemos su magnitud, pero sabemos que la velocidad de la transformación digital con la inteligencia artificial será un cambio de gran magnitud, mucho mayor.
La transformación digital, desde el punto de vista de los bancos, es parte de la estrategia para la eficiencia operativa, la productividad y la rentabilidad, porque permite a los bancos escalar a un número infinito de transacciones procesadas en segundos, algo que antes se hacía de forma manual y era propenso a errores.
Desde el punto de vista del cliente, la transformación digital también tiene un alto impacto, porque le permite utilizar un recurso no renovable: el tiempo. La medicina puede alargar la vida en años, pero el tiempo se utiliza y no se recupera; el dinero y otras cosas se pueden recuperar, pero el tiempo no. Todas estas aplicaciones digitales han tenido éxito porque permiten a las personas recuperar tiempo: ya no tienen que ir a una sucursal, esperar a ser atendidos y luego volver al trabajo; todo ese tiempo se ahorra. Por eso, la transformación digital es muy exitosa para las personas, no solo en el sector financiero, sino en todos los aspectos de la vida.
También es importante para el país, porque permite llegar a sectores menos bancarizados de la economía. El desafío de la transformación digital es cómo cerrar esa brecha con los adultos mayores, que no se han acostumbrado a esta tecnología, y cómo llegar a zonas rurales. A eso hay que sumarle la inteligencia artificial, que todavía está en pañales; los bancos aún no están utilizando todo su potencial, pero sabemos que viene una transformación enorme.
¿Qué logros recientes destacaría del sistema bancario de Uruguay a nivel regional e internacional?
Creo que hay una combinación ganadora en Uruguay entre el país, que tiene estabilidad jurídica, legal, institucional y tributaria, y su grado de inversión que se ha mantenido constante durante varios años. Uruguay tiene muchos inversores, como mencionamos antes, gracias a un sistema financiero uruguayo que está muy bien capitalizado, es líquido, tiene una morosidad muy baja y una calidad de supervisión muy alta. Uruguay ha adoptado normas de seguridad, y la calidad de la supervisión es muy buena.
Quizás el pendiente podría ser la dinámica del crecimiento del crédito. Si bien el año pasado creció un 11% interanual, todavía está lejos del promedio de la región; es uno de los países con menor penetración de créditos en relación a su PIB.
¿Qué desafíos enfrenta el sector bancario de Uruguay en los próximos cinco años?
Como desafíos, diría que el Banco Central ha declarado abiertamente que los objetivos a alcanzar incluyen: crecer en crédito, desdolarizar la economía, y bajar los costos de intermediación financiera.
El tema de desdolarizar la economía, que es uno de los objetivos del Banco Central, es importante. Creo que el peso uruguayo es una moneda fuerte para la macroeconomía, pero la percepción de los ahorristas a nivel microeconómico no lo es todavía. Los uruguayos utilizan el dólar como su moneda de reserva de valor, a pesar de que, si uno lo ve en retrospectiva y compara una inversión en pesos versus una inversión en dólares, se da cuenta de que la inversión en pesos ha rendido mucho más. Aun así, el uruguayo prefiere ahorrar en dólares, a diferencia de otros países que también tuvieron estabilidad macroeconómica como Uruguay.
El peso es una moneda fuerte y ha rondado los 40 pesos en los últimos años. Cuando se ven los informes, el peso se mantiene, pero emocionalmente, el uruguayo es bimonetario. En Uruguay, si uno quiere comprar algo, puede pagar con dólares. En otros países como Brasil o Perú, las personas no saben el precio del dólar; el uruguayo, en cambio, inmediatamente tiene los valores en dólares presentes. Ese es un proceso cultural y emocional, no racional, porque lo racional sería invertir en pesos: los bancos, las compañías de seguros o las grandes empresas lo hacen, pero el consumidor usa dólar. Ese es uno de los desafíos.
El otro desafío es bajar los costos. Las tasas de interés en Uruguay son altas y, en una economía con costos normales, alguien podría decir que esto es por la demanda. Hay cientos de miles de personas dispuestas a tomar crédito a esas tasas. Sin embargo, existen costos altísimos: costos laborales altos, los aportes a la Seguridad Social son de los más altos del mundo, el impuesto al patrimonio que pagan los bancos también es muy alto, y los costos de supervisión son elevados. Estos son temas que deben ser abordados en conjunto por los bancos y el regulador, para ver cómo, si se logran bajar esos costos, se trasladan esas mejoras a los usuarios.
El tercer punto es aumentar el crédito, que está relacionado con los otros dos. Si bajan las tasas de interés, más personas tomarán créditos, lo mismo que con la desdolarización. Los bancos reciben muchos dólares y deben prestar dólares. Existe un pequeño desajuste (“mismatch”), pero no es crítico, porque por más que nos aseguren que no habrá un evento de devaluación y que la devaluación sea baja en este país, los riesgos nunca son cero.
¿Cuáles son los puntos de fortaleza que distinguen a Uruguay frente a otros en la región?
Primero, la estabilidad y la confianza que genera Uruguay. Eso es algo que siempre vamos a remarcar respecto a nuestros vecinos, porque tenemos a Brasil y Argentina; Argentina se está recuperando, quizás macroeconómicamente en la dirección correcta, y tenemos a Uruguay con estabilidad jurídica, institucional y tributaria, con baja morosidad, supervisión del regulador y alineamiento a los estándares internacionales de OFAC. Todo eso es muy importante.
¿Qué propuestas plantea la Asociación de Bancos Privados de Uruguay para mejorar la competitividad y la estabilidad del sistema bancario local?
Si miramos el último año y medio, la Asociación de Bancos Privados de Uruguay ha presentado iniciativas concretas y las ha ejecutado. Por ejemplo, la reestructuración voluntaria de deudores: se alcanzó a 200,000 deudores por debajo de ciertas cifras, se les perdonó la deuda y pueden volver a los sistemas; a otros se les permitió pagar en un plan de 48 cuotas sin intereses. Esto ayuda a las carteras crediticias y recupera la confianza de los consumidores en el sistema.
Hubo una campaña de concientización sobre el ciberdelito para prevenir fraudes. Obviamente, los bancos hacen todo lo posible para que los sistemas sean lo más seguros posible, pero llega un punto en que, si el consumidor o usuario entrega sus claves a un defraudador, se abre la puerta para que se produzca el delito. Por eso se implementaron campañas de concientización.
Otra medida fue la modernización de los convenios laborales; como mencionamos antes, los costos laborales siguen siendo muy altos, y es importante alinearlos con el mérito, la productividad y las actitudes del personal, más que con aumentos permanentes por estabilidad.
Después, lo que tenemos que trabajar es cómo dinamizar el crédito y cómo bajar costos. Entre las propuestas que hemos hecho está mejorar el acceso a la información crediticia de los clientes para poder reducir las tasas de interés. Nosotros contamos con un “credit bureau” que no contempla todas las deudas del cliente, solo las bancarias; pero un cliente puede tener deudas con servicios como luz, gas, etc. Si alimentamos este sistema crediticio con todo el comportamiento del cliente, podemos tomar decisiones más asertivas, bajar las tasas de interés y beneficiar a los clientes con mejor historial crediticio.
¿Qué oportunidades hay en la integración con el sistema financiero de los Estados Unidos?
En primer lugar, un mayor acceso a los mercados de inversión hace que el país sea más atractivo. Lo que hablábamos de estabilidad jurídica y financiera puede ser muy interesante para inversiones americanas que piensen en Uruguay. Por supuesto, la oportunidad de que empresas uruguayas, e incluso Uruguay mismo, se listen en el mercado de Nueva York con sus bonos, también puede hacer más atractivo nuestro país para un inversor americano, porque estaríamos viendo en la bolsa de Estados Unidos papeles uruguayos.
Luego está el conocimiento que tiene el país más grande del mundo en temas de prevención de lavado de dinero, así como los temas que mencionamos antes sobre ciberdelito. Existe una transferencia de mejores prácticas y, obviamente, un mayor vínculo con el ente regulador uruguayo y el americano. Esto puede mejorar la calidad.
Además, Uruguay está en proceso de entrar a la OCDE, lo que facilitaría su entrada y lo convertiría en el primer país de la región en integrarse, lo que representa una ventaja competitiva. Esta integración con reguladores americanos también resulta muy beneficiosa.
¿Cuál sería el mensaje que usted daría a los potenciales inversores y al gobierno americano?
El mensaje que yo podría dar a los inversores americanos es que hay un país en la región que, desde hace largo tiempo, tiene grado de inversión, dos niveles arriba según todas las calificadoras de riesgo que se establecen. Es un país cuyo sistema financiero está compuesto básicamente por bancos extranjeros de gran reputación internacional y, obviamente, hay bancos locales: el Banco República y el Banco Hipotecario. Pero es una plaza financiera muy fuerte; como hablábamos antes, el mensaje de la capitalización de los bancos, la liquidez de los bancos y la escasa vulnerabilidad ante shocks externos hacen que sea una plaza para invertir.
Es un país que, si bien históricamente se ha desarrollado a partir de una ventaja competitiva, como la producción primaria de alimentos y granos por los suelos de Uruguay, la matriz de producción ha ido cambiando hacia empresas de conocimiento, manufactura, software y una industria de la construcción y real estate muy fuerte. Esto tiene que ver con la confianza que hay en Uruguay.
Es un país que tiene una educación muy superior a la media; no lo digo sólo en estudios, sino también en respeto. Hay mucho respeto entre las personas y no se generaliza ni se categoriza. Eso habla muy bien del país. Es un país tranquilo.