Interview with Amílcar Perea, President, CUTI (Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información), Uruguay

Interview with Amílcar Perea, President, CUTI (Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información), Uruguay

 

Hablemos un poco sobre el crecimiento del sector de Tecnologías de la Información. Uruguay alcanzó más de 1.300 millones de dólares en ingresos en 2023. Entonces, ¿cuáles son los principales impulsores de este crecimiento y qué tan sostenible cree que será durante los próximos cinco años?

La industria de Tecnologías de la Información en Uruguay viene en un crecimiento constante desde hace muchos años. Hace más de 25 años que tenemos una política de Estado de apuesta país al desarrollo del sector del conocimiento y, en particular, del sector de Tecnologías de la Información.

El año 2024 ha sido un año particularmente desafiante para la industria, pero tenemos un crecimiento que estamos terminando de cerrar con números del orden del 8%. Estos son de los crecimientos más magros que hemos tenido, ya que normalmente crecemos a dos cifras, y esperamos en breve poder seguir creciendo.

De hecho, hoy en día estamos representando casi un 5% del Producto Bruto Interno de Uruguay y tenemos un plan estratégico que, para el año 2030, espera alcanzar un 10% del PBI, con un crecimiento de productos también bastante significativo.

Entonces, las perspectivas del sector son de un crecimiento muy fuerte, para lo cual tenemos que resolver una serie de desafíos que son importantes.

 

Uno de los desafíos clave de CUTI es la captación de profesionales capacitados. ¿Qué medidas concretas están tomando con la academia, con el gobierno y con las instituciones privadas para cerrar esta brecha?

Desde el punto de vista de talentos, hace muchísimos años que trabajamos en este tema. Eso ha llevado a un crecimiento muy importante de la matrícula en carreras tecnológicas. Sin embargo, no alcanza, y eso ha llevado a que todas las empresas que apuestan a Uruguay —CUTI está formado por 400 empresas; muchas son uruguayas, pero muchas también son filiales de empresas globales que apuestan a Uruguay y tienen sus centros de desarrollo y de tecnología aquí, como Mercado Libre, Globant o Microsoft— integren una comunidad de compañías que confían en Uruguay.

Muchas de nuestras empresas han terminado armando filiales en distintos países de Latinoamérica para poder generar y conseguir esa oferta de talento, no solo en Uruguay, sino en varios países de la región.

También estamos trabajando muy fuertemente con la educación pública, para que más chicos opten por carreras tecnológicas. Además, trabajamos estrechamente con las universidades para ir actualizando permanentemente los planes de estudio y la formación, en función de las necesidades actuales de la tecnología. Por ejemplo, con el desafío y la oportunidad que nos brinda la inteligencia artificial.

Pero también impulsamos una reconversión de talentos con un plan para personas de más de 45 años que vienen de otra formación. Trabajamos en reconvertirlas para que puedan cumplir un rol dentro de nuestras empresas.

Lo que vemos con el tema de talento y de inteligencia artificial es que, si bien esta tecnología amenaza determinados tipos de roles, también aumenta nuestra productividad. Entonces lo vemos realmente como una oportunidad. Ese freno que hemos tenido desde siempre, en cuanto a la cantidad de talento disponible, puede superarse al hacer que cada uno de nuestros colaboradores, asistido por la inteligencia artificial, sea más productivo.

A nosotros nos gusta hablar de inteligencia amplificada más que de inteligencia artificial, porque es la conjunción de la capacidad humana con la asistencia de la inteligencia artificial. Eso nos da mayor productividad por cada uno de estos recursos.

Entonces, realmente es un desafío muy importante, pero vamos a tratar de abordarlo en todas las aristas posibles.

 

En cuanto al posicionamiento global, Uruguay se ha posicionado como una potencia del software. ¿Cómo trabaja CUTI para construir ese posicionamiento como centro regional y global?

Nosotros tenemos básicamente una concentración de nuestras exportaciones de software en el mercado de Estados Unidos: el 82% de lo que exportamos va allí. El segundo receptor de exportaciones de la industria del software es el Reino Unido, con un 7%. Si vemos esto, quiere decir que el 90% de lo que exportamos va a mercados que son exigentes y de alta calidad, y ese es nuestro distintivo.

Estamos trabajando fuertemente en la apertura y diversificación de nuevos mercados, pero sin cambiar esa señal de identidad de nuestra industria tecnológica, que es competir con calidad.

Otro tema en el que estamos trabajando intensamente es en la generación de propiedad intelectual en Uruguay. Hoy, el 70% de lo que exportamos son básicamente servicios, y el objetivo es no solo prestar servicios, sino también fortalecer la exportación de productos basados en propiedad intelectual.

 

Las startups están en expansión. ¿Cómo apoya CUTI a las startups más pequeñas?

Desde el punto de vista del rol que tenemos en CUTI para nuestras empresas más jóvenes o de menor tamaño, es generar una red de relacionamiento y de capacidades compartidas. El 68% de las empresas socias de CUTI son compañías con menos de 20 personas. Son startups, empresas jóvenes con founders de alrededor de 30 años y todas con perfil exportador.

Lo que hacemos es trabajar fuertemente en el desarrollo de mercado de forma conjunta. Tenemos la Comisión de Mercado y, de hecho, estamos haciendo una misión ahora a Washington con varias decenas de founders, muchas de ellas de este perfil. Allí trabajamos permanentemente en identificar oportunidades de mercado, en el referenciamiento de negocios y en la generación de marca país.

CUTI es custodio de la marca Uruguay Technology, que es un sello de calidad y distinción para nuestras empresas. El posicionamiento que hemos construido tiene un foco central en la calidad de nuestros talentos, pero también en la calidad de nuestros empresarios. Quien confía en la industria tecnológica uruguaya sabe que va a tener una respuesta seria, con cumplimiento, compromiso y profesionalismo, a través del trabajo de nuestros empresarios.

Entonces, lo que hacemos hacia las empresas jóvenes es invitarlas a acercarse, trabajar con incubadoras, con universidades, y lograr que aquellas compañías que están creciendo rápidamente entren en esta red de contactos.

Quiero comentar dos cosas que me parecen muy importantes de nuestro mercado. A nosotros nos gusta decir que el empresario tecnológico uruguayo es como el de Pinky y Cerebro, porque todos los días pensamos en cómo conquistar el mundo. Esa es una característica muy importante de las startups y de las empresas uruguayas: como Uruguay es un mercado muy pequeño, siempre pensamos más allá del mercado local. El mercado local sirve para testear una idea, para hacer una prueba de funcionamiento, pero siempre con la ilusión de escalar hacia afuera.

Y otra anécdota graciosa es que, en algunas asociaciones donde participan varias cámaras empresariales, nos llaman la cámara feliz, porque hay mucha colaboración entre las empresas. Todas compartimos cómo vender, qué está pasando, y permanentemente nos apoyamos. Si vamos a un cliente y hay algo que no es para nosotros, referenciamos a un colega. Tenemos una industria muy sinérgica, donde colaboramos entre todos, y ese ha sido el pilar fundamental del crecimiento.

 

¿La participación femenina en la oferta laboral tecnológica ha disminuido ligeramente o se ha mantenido?

Lamentablemente, no hemos logrado que crezca al nivel que quisiéramos. Con un esfuerzo enorme hemos pasado del 32% al 34%, pero no conseguimos que aumente a los niveles que corresponde.

Hacemos actividades permanentemente, pero ahí tenemos un tema que debemos trabajar en conjunto. Estamos trabajando con la educación pública, que es la que se encarga de la formación a nivel primario y secundario, porque las niñas no están eligiendo estudiar carreras tecnológicas.

Es un fenómeno global, pero nosotros no podemos conformarnos con esa realidad. Queremos sensibilizar a las familias y a las niñas para que comprendan que trabajar en tecnología es fantástico: son trabajos de calidad, generan cosas increíbles y tienen un impacto maravilloso en la vida de las personas. Esa sensibilidad y capacidad que tiene toda nuestra población no puede dejar afuera a una parte que no sienta ese llamado.

De hecho, tenemos actividades todos los años que se llaman Tech por un día, donde invitamos a niñas de colegios y escuelas de todo el país a que pasen un día conociendo cómo se trabaja en las empresas, para que vean ejemplos de mujeres líderes, trabajando, realizadas y desarrollando sus carreras. Sin embargo, todavía no hemos sido tan efectivos como quisiéramos en esa área.

 

¿Cuáles considera que son los mayores riesgos o desafíos que enfrenta el sector tecnológico en Uruguay en la próxima década y cómo prevé que las empresas lo afronten?

Hay un desafío que es absolutamente central en esta época: la inteligencia artificial. Nosotros lo vemos con una doble cara: por un lado, un desafío grande y, por otro, una gran oportunidad.

De hecho, hace menos de un mes hicimos una reunión de un día entero con 200 CEOs de 200 empresas socias de CUTI, trabajando sobre entender los riesgos y las oportunidades que nos da la inteligencia artificial y cómo abordarlas en conjunto.

Obviamente, desde el punto de vista del riesgo, tenemos un cambio en la lógica de trabajo. Hoy en día, las tareas de menor valor agregado, las más básicas de software, ya están siendo atendidas por la inteligencia artificial. Existen equipos que antes se conformaban con determinados perfiles que ya no se requieren, porque esas tareas las puede realizar directamente la IA. Eso genera un impacto en los puestos junior, ya que ahora se necesita más gente con mayor preparación. Ese es un cambio importante.

El segundo cambio es que, hasta ahora, se vendían muchas horas de trabajo: los equipos trabajaban sobre esa base. En cambio, con el uso de inteligencia artificial, el modelo se transforma y es necesario desarrollar más productos, más propiedad intelectual y vender el uso de esos productos.

Entonces, tenemos un cambio en la matriz productiva, una transformación en la formación requerida de los recursos debido a la inteligencia artificial, y además una concentración de mercados. Hoy en día todo lo que podemos producir lo compran mercados altamente exigentes en calidad. Por eso tenemos que abrirnos más al mundo, ser más competitivos y más abiertos.

 

En 2030, de cara al futuro, ¿cuál es la visión para CUTI y para la industria tecnológica uruguaya, y dónde desea que se ubique Uruguay en el panorama tecnológico global?

Nosotros podemos mostrar las credenciales que demuestran que podemos competir con cualquier país a nivel de tecnología. Realmente estamos al nivel de los países más avanzados.

Creo que lo que necesitamos y tenemos como visión hacia 2030 es un crecimiento mucho más acelerado desde el punto de vista de la generación de propiedad intelectual. En este sentido, esto nos va a seguir posicionando como un país con presencia de empresas que apuestan al talento y a la capacidad en Uruguay, no solamente para ser un agente de innovación a nivel regional y de las Américas, sino también para convertirnos en un agente de innovación global.

 

¿Cuál sería su mensaje final para los lectores y potenciales inversores sobre Uruguay?

Uruguay es un país que ofrece estabilidad y previsibilidad. Las reglas del juego se respetan, más allá de los cambios de gobierno, y desde hace más de 25 años el compromiso con la inversión, el trabajo y el conocimiento se ha mantenido firme.

El 84% de las empresas que han invertido en Uruguay se declaran muy satisfechas, tanto con los resultados alcanzados como con el cumplimiento de los compromisos asumidos por el país. Somos un socio confiable, serio y con visión de futuro.

Al igual que en el fútbol, no jugamos en la liga local: jugamos en las grandes ligas. Eso es lo que ofrecemos a las empresas e inversores que nos eligen: un país de calidad, con talento de calidad y con empresas de calidad.