
14 Oct Interview with Pablo Ferreri, President, Obras Sanitarias del Estado (OSE), Uruguay
OSE ha sido la columna vertebral del agua y saneamiento de Uruguay durante más de 70 años, garantizando una cobertura nacional. ¿Cómo equilibra el legado de ser una empresa de servicios públicos con la necesidad de innovar y modernizar la infraestructura para el futuro?
Es un desafío muy grande, porque, por un lado, esta es una empresa que tiene desafíos infraestructurales enormes: tener redes de agua y de saneamiento en todo el país es un desafío enorme. Construirlas, mantenerlas, repararlas y operarlas requiere mucha inversión física, pero también mucha inversión tecnológica.
Nosotros asumimos en marzo de este año y encontramos una empresa con un rezago tecnológico. Por eso, durante el período de este gobierno vamos a llevar adelante un trabajo muy fuerte con la Corporación Andina de Fomento, por más de 60 millones de dólares, para la actualización tecnológica de esta empresa. Queremos dejarla como una empresa líder y de punta en la incorporación de tecnología, para todo el análisis de información que vamos a empezar a generar con sensores en todo el país, tanto de aguas como de saneamiento.
Eso nos va a dar miles de millones de datos que tenemos que explotar bien y que nos van a permitir ser mucho más eficientes a la hora de hacer nuestro trabajo. Entonces, tenemos enormes desafíos para ver cómo financiamos las obras, y tenemos también desafíos de gestión que debemos superar con este nuevo proceso de intensificación en el uso de tecnología de punta.
Todo esto nos lleva a tener que innovar: innovar para conseguir recursos, innovar en procesos para ver qué tecnología aplicamos y cómo la utilizamos, porque hay que saber para qué usarla, para que realmente sea útil. Y todo esto va de la mano con desafíos medioambientales cada vez más fuertes y con estándares de calidad cada vez más exigentes.
Uruguay es el único país de la región que tiene una normativa vinculada a los niveles de arsénico en el agua, que solo le permite tener hasta 10 µg/l. Hasta el 2011, Uruguay tenía permitido 50 µg/l, y se dio un plazo para llegar a 10. Esto es solo un ejemplo, pero muestra cómo los estándares de calidad son cada vez más exigentes.
Hay que preparar a las empresas para eso. Los cursos de agua en el mundo entero sufren problemas de contaminación. Uruguay, por suerte, es superavitario en agua y, además, tiene fuentes de agua de calidad. Eso nos permite movernos con un poco más de comodidad que en otros lugares, pero los desafíos medioambientales son crecientes en Uruguay. Cumplir con estos desafíos, cada vez mayores y con estándares más exigentes, hace que tengamos que ser muy innovadores.
Han inaugurado grandes proyectos como la planta de Arazatí-Neptuno, lo que ha generado debates sobre la participación público-privada en los servicios de agua. ¿Cómo ve el papel de los socios privados en el futuro de OSE y dónde establece los límites para la intervención pública?
Uruguay es un país abierto al mundo, que tiene claro que, para poder hacer crecer su Producto Bruto Interno, requiere mucha inversión, sobre todo del sector privado. Por lo tanto, Uruguay tiene un ecosistema jurídico, político, social y normativo acorde con un país que es, y quiere seguir siendo, receptor de inversiones extranjeras.
Dicho esto, en el tema del agua, Uruguay ha sido pionero en incorporar en su Constitución que el agua es un derecho humano básico. Por lo tanto, es una prioridad para el Estado garantizar agua de calidad y proveerla, además, desde la órbita pública. Se estableció en la Constitución que el manejo del agua potable debe ocurrir en la órbita pública.
Esto no quiere decir que, por ejemplo, no se realicen inversiones con el sector privado. OSE contrata permanentemente —porque es la empresa encargada del agua y del saneamiento— servicios de empresas privadas para la construcción de infraestructura. Y en esa construcción de infraestructura existen diversos mecanismos de financiamiento, además de la obra pública tradicional. También se pueden establecer contratos que implican pagos por disponibilidad, donde quien financia la obra en primera instancia es el sector privado, y luego se van haciendo pagos por la disponibilidad de la infraestructura. Eso es algo perfectamente válido y una herramienta que, dependiendo de las obras, puede ser muy útil.
En el caso de Arazatí, más allá de la forma de pago, entendíamos que había problemas vinculados a lo técnico: por ejemplo, tomar agua de una placa con niveles de salinidad muy elevados. Eso hacía que, durante muchos días, esa planta potabilizadora no pudiera estar activa. Por lo tanto, entendimos que era mejor llevarla hacia la cuenca de Santa Lucía, que es una cuenca superavitaria en agua, construyendo además una represa que permita tener una reserva de agua bruta dulce muy superior a la que tenemos hoy.
Por eso, en este período de gobierno vamos a estar haciendo esta nueva planta potabilizadora, que va a complementar la que tenemos. Con esto vamos a poder cubrir la demanda hasta 2045 en toda el área metropolitana, que concentra al 60% de la población de Uruguay. Y, a su vez, complementando la obra de la planta con la reserva de agua bruta dulce, todo esto nos va a permitir generar un sistema en el área metropolitana que nos dé tranquilidad.
OSE ha trabajado repetidamente con el Banco Mundial y otros socios para el desarrollo y la financiación de la modernización. ¿Qué papel desempeñan actualmente las instituciones internacionales en la estrategia de inversión de OSE?
Juegan un rol clave, tanto para el financiamiento como para el suministro de know-how y conocimiento de expertos internacionales en distintas materias. Trabajamos con el Banco Mundial, pero también mucho con el BID, la CAF y otras instituciones regionales. Con todas ellas tenemos operaciones vinculadas a temas crediticios o de asistencia técnica.
Para nosotros es fundamental que nuestro cuerpo profesional esté capacitado, comprometido y que tenga siempre aportes desde el exterior y créditos de primer nivel.
En tecnología, la digitalización está transformando los servicios públicos en todo el mundo, desde la medición inteligente hasta lo predictivo. ¿Qué innovaciones está implementando OSE para mejorar la eficiencia, reducir las pérdidas y optimizar el servicio al cliente?
Estamos en este período con una fuerte impronta tecnológica. Vamos a estar cambiando todos los software de gestión de la empresa, tanto comercial como contable y financiero. Estos software nos van a permitir tener otra interfaz, mucho más evolucionada, con nuestros clientes, que son todos los de Uruguay, básicamente. Eso nos permitirá contar con nuevos canales de comunicación, nuevos suministros de información y una interacción muy superior a la que tenemos hoy.
Por otro lado, estamos haciendo una fuerte apuesta a la telemedición, a la medición inteligente. Hoy tenemos un parque de medidores convencional y vamos a comenzar una transición a medidores inteligentes que colectan datos online, en tiempo real, no solo de la cantidad consumida, sino también de la presión con la que se suministra a los hogares.
Vamos a estar colocando sensores en todas las plantas, vinculados a medir la calidad y cantidad de agua que sale de ellas, así como el comportamiento de las distintas redes del país. Midiendo el flujo y la calidad del agua, podremos detectar dónde tenemos pérdidas en las redes, hacerlo más rápido y de manera focalizada. Eso nos permitirá ser mucho más eficientes a la hora de gestionar la reparación de nuestras redes, que representa un costo muy, muy grande.
El acceso a agua potable y saneamiento es fundamental para el desarrollo social y económico. ¿Qué estrategias tiene OSE para ampliar el servicio en zonas marginadas y garantizar la equidad en el país?
Nosotros tenemos una línea vinculada a generar acceso universal, por supuesto focalizada en los sectores de contexto crítico. Allí estamos teniendo intervenciones importantes en algunos asentamientos que hay en Uruguay. Nuestro deber es asegurar el acceso al agua potable, porque lo dice nuestra Constitución y es un derecho humano.
Una parte importante de nuestros esfuerzos se destina a extender las redes en aquellos asentamientos donde las viviendas son precarias, y trabajamos para que todas esas familias puedan tener agua.
Dado que Uruguay se posiciona como un centro de inversión sostenible, ¿cómo cree que OSE contribuirá a la agenda de sostenibilidad y a los compromisos climáticos del país?
Por un lado, asegurando el acceso al agua potable en cantidad y calidad suficiente, es decir, que todos los uruguayos puedan abrir su canilla y recibir agua potable, lo cual es el objetivo principal. Junto con eso, buscamos mejorar y extender las redes de saneamiento en Uruguay.
Montevideo tiene una tasa de saneamiento que es de las más altas en América Latina. En el resto del país, incluyendo las zonas rurales, la tasa de saneamiento supera el 50%, lo cual es muy importante porque abarca todas las ciudades rurales. Sin embargo, aún hay oportunidades de mejora, por eso estamos trabajando en extender esa red de saneamiento en todo el territorio.
Uruguay puede y debe avanzar en este aspecto. Es cierto que algunas obras son más costosas y difíciles, pero cuando uno lo mira con visión empresarial, debe recordar que esta es una empresa un poco atípica: además de los temas de rentabilidad y retorno, tenemos que incluir la dimensión social y sanitaria. Extender las redes de saneamiento no solo garantiza un servicio básico, sino que también mejora las condiciones sanitarias e incluso reduce costos a futuro.
De cara al futuro, OSE se enfrenta al doble reto de mantener la infraestructura obsoleta y, al mismo tiempo, comenzar nuevos mega proyectos. ¿Cuál es la visión para la próxima década y qué deberían esperar los inversores de la empresa?
De esta empresa, los inversores deben esperar que en la próxima década experimente una transformación significativa, vinculada a la modernización de sus procesos y tecnología, y que avance en la ampliación de sus redes de saneamiento.
A su vez, se realizará un esfuerzo muy grande, no solo para asegurar la cantidad de agua, sino también su calidad. Estos son los desafíos centrales, junto con una interacción con la ciudadanía mucho más fluida y acorde a los tiempos actuales.
¿Cuál es el mensaje para los lectores y los posibles inversores?
Uruguay es un país abierto al mundo, con una preocupación central por ser receptivo en el sector. Para ello, una piedra angular es la sostenibilidad y el cuidado del ambiente. OSE contribuye cumpliendo con su tarea a esos objetivos de sostenibilidad medioambiental y a la calidad de vida de los uruguayos.
Uruguay es, y lo digo con orgullo, un país muy bueno para invertir, pero también para vivir. Parte de esa calidad de vida está sustentada en estos servicios básicos que se brindan en Uruguay, algo que no ocurre en toda América Latina, como por ejemplo en el suministro de agua potable.