Interview with Leonardo Loureiro, President, Confederación de Cámaras Empresariales de Uruguay

Interview with Leonardo Loureiro, President, Confederación de Cámaras Empresariales de Uruguay

 

Vamos a empezar un poco desde su perspectiva: ¿qué hace que la Confederación de Cámaras Empresariales considere al país un destino tan atractivo para las inversiones hoy en día?

Una de las principales virtudes del país es que tiene una larga historia y tradición en el respeto de las leyes y de las normas, tanto nacionales como internacionales. Creo que ese tipo de cosas son muy importantes a la hora de atraer inversores, para que sepan que el respeto por las normas en el país está presente.

Obviamente, el país también tiene una larga tradición en determinados rubros y áreas de la economía. Tanto el complejo agroindustrial —Uruguay siempre ha sido reconocido por sus productos agrícolas y ganaderos—, como también, desde hace unos 25 o 30 años, el desarrollo del sector forestal. Y desde hace unos 30 años, además, se han sumado nuevas áreas como el desarrollo de la tecnología, que ha convertido al país en un gran proveedor para la industria internacional de software.

En breve también se va a empezar a reconocer a Uruguay como un gran exportador de conocimiento relacionado con biotecnología. Desde hace varios años funciona el Instituto Pasteur de Francia, que fuera de Francia solo existe en Uruguay. Allí se desarrolla mucho conocimiento vinculado a la biotecnología. Hay etapas muy importantes de investigación, desarrollo de vacunas y nuevos segmentos relacionados con la genética, la salud animal y la salud humana. Esto se ha transformado en un sinónimo de conocimiento, con Uruguay apareciendo en los primeros puestos de varios rankings.

Incluso en áreas tan poco comunes como el lanzamiento de satélites, Uruguay aparece en el Top Ten de los países que fabrican satélites. Además, en índices de democracia y calidad humana, el país se ubica en posiciones destacadas.

Todo esto hace que Uruguay sea no solo un excelente destino de inversiones, sino también un gran lugar para vivir.

 

Como CEO de Quanam, usted ayuda a internacionalizar a una empresa tecnológica uruguaya. ¿Qué lecciones de esa experiencia pueden aplicarse a otras empresas uruguayas que quieren expandirse internacionalmente?

Es un tema interesante, porque la cámara de la que yo provengo, que es la Cámara Uruguaya de Tecnología de la Información —y que fue la que me llevó a ser presidente de la Confederación—, siempre compartió el conocimiento de nuestras experiencias en los distintos mercados. No es que uno se lance a la experiencia internacional sin un conocimiento previo: tuvimos muchos años y muchas experiencias de compartir entre dos o tres empresas qué había funcionado y qué no.

Lo que uno hace básicamente es adaptar la empresa a esas condiciones en particular. En mi caso, lo que enseño es cómo vender tecnología, algo que se inició hace muchos años. Uruguay tiene una larga tradición no solo en tecnología de la información, sino también en otras ingenierías. La Facultad de Ingeniería tiene un reconocimiento internacional en muchas áreas, y en particular la Universidad de la República fue pionera: en Uruguay se instaló la carrera de Computación incluso antes que en el MIT. Ese tipo de cosas nos dio un conocimiento que permitió crecer.

A ese conocimiento le faltaba una pata adicional que, por ejemplo, nuestros vecinos argentinos y brasileños tienen muy desarrollada: la parte empresarial. Eso ha ido mejorando con el tiempo, y todos hemos ido aportando a ese proceso. Básicamente, el gran tema en Estados Unidos es ese: cómo nos han ido funcionando las distintas alternativas, qué cada uno implementa y mejora, y cada tanto nos juntamos para intercambiar experiencias y conocimiento.

La CUTI organiza una misión comercial a Estados Unidos una vez por año. En 2025, por ejemplo, vamos a ir a Washington, un destino que hace tiempo queríamos concretar. Siempre viajamos a nuestro principal mercado, y trabajamos mucho con nuestra embajada en Estados Unidos, así como con la Embajada de Estados Unidos en Uruguay, que hoy cuenta con un embajador designado y presente en el país.

Con Estados Unidos tenemos una excelente relación. En Washington nos reciben entidades del gobierno y también se suman otras áreas y rubros de la actividad económica, no sólo los vinculados al sector tecnológico. Lo que hacemos es tratar de aplicar lo que hemos aprendido en otros países y, en su momento, tomamos la decisión de instalarnos en Estados Unidos. Hoy somos una empresa americana que trabaja en Estados Unidos, y ofrecemos la misma calidad de servicio.

 

Pasamos al ecosistema emprendedor en Uruguay, que ha crecido en los últimos años, especialmente en tecnología y servicios. ¿Dónde ve el mayor potencial para las startups en Uruguay en los próximos cinco años?

Donde no hay duda de que va a haber un desarrollo extraordinario, utilizando mucha inteligencia artificial, es en el ámbito tecnológico, pero también en otras áreas de la economía. En particular, mi visión personal es que va a haber un fuerte crecimiento en el mundo de la biotecnología —a través del Instituto Pasteur— y también en el tema de las energías verdes.

En lo que respecta a las energías verdes, Uruguay tiene una larga tradición, primero con la energía hidroeléctrica. El país siempre se ha abastecido de su electricidad a través de cuatro grandes represas. A eso se le sumó la incorporación, en su matriz energética, de energía eólica, de biomasa y solar, lo que hoy constituye una base muy fuerte. Sobre esa matriz se pueden agregar tecnologías de otras áreas de conocimiento, que permitirán mejorar aún más la eficiencia y la calidad de las energías limpias. Ahí va a haber un crecimiento muy importante.

Al mismo tiempo, como te decía antes, creo que habrá avances sustanciales en biotecnología, tanto en el área de life sciences como en la de world health, especialmente en lo relacionado con animales. Esa fusión entre salud animal y salud humana representa una gran oportunidad. Uruguay, por ejemplo, puede aprovechar su enorme potencial como productor de carne y derivados del ganado. Ese tipo de condiciones nos permite desarrollar cosas muy interesantes.

Hoy en Uruguay ya se están llevando a cabo trabajos bastante sofisticados en genética, biotecnología y tratamientos genéticos avanzados. Esto ha permitido importantes logros. De hecho, Uruguay orienta gran parte de su ecosistema emprendedor hacia lo que se denominan tecnologías emergentes: inteligencia artificial, computing, fintech, energías verdes y biotecnología. Ese es el gran foco, y además puede haber interrelaciones entre todas estas áreas.

Para mí, ahí es donde el país va a tener la mayor preponderancia en los próximos años.

 

¿Cómo evalúa la capacidad del país para formar, retener y atraer personal calificado en la demanda global de talento tecnológico?

Nosotros, como país y ahora como confederación, estamos trabajando muy fuerte. Uruguay tiene, primero, una universidad estatal con una larga tradición, además de universidades privadas con fuertes focos en distintas áreas del conocimiento. Entre 2010 y 2015 se creó la Universidad Tecnológica (UTEC), que intensificó el proyecto de extensión territorial de las universidades y lo llevó a todo el país.

Gracias a esto, la oferta educativa universitaria llegó a todas las ciudades del país; antes estaba concentrada principalmente en Montevideo. Dentro de las reformas educativas más exitosas se encuentra la educación técnico-profesional, cuyas carreras todavía retienen un gran número de estudiantes. Los egresados salen muy bien formados; las empresas los reciben y, a su vez, seguimos formando a los profesionales en distintas áreas del conocimiento.

El gran desafío ahora es que gran parte de esa formación esté orientada a nuevas tecnologías, para mejorar la productividad, tanto en inteligencia artificial como en el uso digital de procesos.

Además, siendo un país formado históricamente por inmigrantes, ya se implementó en el gobierno pasado la ley de atracción de talento, que sigue vigente con este gobierno para los próximos cinco años. Su objetivo es atraer talento extranjero que venga a Uruguay. Hay empresas muy importantes, de matriz alemana, estadounidense, india y española, que ya traen talento al país. La idea no es quitar trabajo a los uruguayos, sino incorporar personas calificadas que permitan hacer crecer las empresas. En un país con foco en la internacionalización y en el crecimiento de mercados internacionales, es fundamental ser multicultural. Por ejemplo, si quiero vender productos a Estados Unidos, es útil que haya estadounidenses trabajando aquí; o si quiero trabajar globalmente con empresas indias, debería haber personas de esos orígenes trabajando y viviendo en Uruguay.

 

¿Qué cambios políticos y regulatorios mejorarían más la competitividad de Uruguay como proveedor de tecnología y de servicios?

Yo diría mantener la regulación actual que existe. También considero que podría haber necesidad de analizar el tema de la rigidez laboral, ya que tenemos leyes laborales de hace muchos años y podría ser necesario actualizarlas.

Durante la pandemia se hizo una reglamentación que facilitó a muchas áreas de servicio —principalmente, no tanto a las industriales— el tema del teletrabajo. Esa normativa incluyó ciertas modificaciones y habilitó un mayor dinamismo, lo que permitió más flexibilización laboral.

 

Plataformas como Temu y otras empresas gigantes de comercio electrónico están entrando a los mercados locales. ¿Cómo debería Uruguay equilibrar la apertura al comercio global con la protección de sus industrias?

La palabra protección de industrias es muy fuerte y preferimos no usarla. Creo que lo más adecuado, en vez de hablar de protección, es decir que la mejor forma de resguardar a las empresas estará en las nuevas capacidades que les permitan competir en los mercados internacionales, o en realizar cambios en los mercados locales para que esos gigantes no tengan mayor cabida que un porcentaje específico.

Por ejemplo, se puede aprovechar la excelente cantidad de activos digitales que hay en el país para que, combinados, generen soluciones que hagan más fácil comprar productos nacionales que internacionales. Y cuando digo fácil, no hablo de bloqueos ni de regulaciones, sino de brindar a nuestros empresarios las capacidades necesarias para que puedan competir en igualdad de condiciones. Hoy existen esas herramientas digitales, pero faltan los instrumentos que permitan hacer un uso intensivo de estas tecnologías.

 

Desde tu perspectiva, como actual presidente de la confederación, ¿qué papel deberían desempeñar las organizaciones empresariales en la definición de la estrategia comercial e inversión de Uruguay?

El rol es fundamental y por eso trabajamos codo a codo con las cámaras y con el gobierno. En Uruguay es muy común. De hecho, el gobierno pasado lo hizo de una forma y este gobierno lo hace de otra, pero en ambos casos el sector privado es consultado en los distintos tipos de estrategia.

El gobierno actual lanzó diferentes tipos de diálogos. Hay uno del Compromiso Electoral, que es el diálogo social, y el sector privado participa porque algunas cosas son a nivel Estado y están interesados en que esa matriz social que tenemos tenga también el aporte laboral sindical de los trabajadores.

Por ejemplo, estamos trabajando en una estrategia nacional de desarrollo para focalizar esfuerzos, y nuestra voz es escuchada. Siempre vamos en positivo.

 

Si tuviese que presentar una propuesta directamente a un inversor estadounidense, que sea nuestro lector, ¿qué mensaje le daría?

Uruguay es un país serio, con el cual se puede hacer negocios; y siempre, comercialmente, es al precio justo. Va a obtener mucho más que con cualquier otro proveedor internacional, porque siempre damos mucho más de lo que el cliente espera.